Opinión
El impacto del teletrabajo en la salud

La médica emergentóloga, Emiliana Herrera brinda algunas pautas para entender cómo impacta el desarrollo de tareas de manera virtual o remota en la vida cotidiana. Las nuevas tendencias y la necesidad de repensar los hábitos saludables.
Por Emiliana Herrera*
Si bien el Teletrabajo nació allá por los años 70 en plena crisis del petróleo con el fin de reducir el consumo de combustible producido en los traslados desde el hogar al lugar de trabajo y viceversa. Esta modalidad de trabajo recién tuvo su impulso con el advenimiento de las nuevas tecnologías por los años 90 y se necesitó de otra gran crisis para que su crecimiento sea exponencial, y esta crisis es la COVID-19.
Ahora bien, ¿cómo impacta esta modalidad de trabajo a distancia sobre nuestra salud? Para poder responder a este interrogante, debemos analizarlo diferenciando cinco categorías:
1) Horas de trabajo y organización del tiempo de trabajo.
Según las investigaciones realizadas, las personas que desarrollan el teletrabajo suelen tener jornadas de trabajo más largas, pero también gozan de mayor autonomía.
En este aspecto, el teletrabajo pareciera representar una paradoja, entre la autonomía, la satisfacción laboral, el compromiso, y el trabajar más horas. En este marco, la experiencia cualitativa de los trabajadores de sus tiempos de trabajo y las implicaciones de estos nuevos patrones para la regulación del tiempo de trabajo, deben ser analizados previamente, para preestablecer horarios y no generar desmotivación en el trabajador.
2) Desempeño individual y organizacional.
En este aspecto pareciera ser que la flexibilidad laboral, tiene generalmente efectos positivos en el desempeño de aquellos trabajos que tienen relación con las tecnologías. Sin embargo hay que considerar que estas en sí mismas representan un cambio tecnológico que ayuda a mejorar el desempeño, tanto individual como organizacional. Por lo tanto, para lograr un mejor desempeño laboral es necesario de tecnologías que acompañen, de lo contrario, el objetivo no se cumpliría en este aspecto.
3) Conciliación familia y trabajo.
El teletrabajo puede tener un efecto positivo en el balance familia – trabajo, debido a la reducción en el tiempo de viaje y la autonomía para organizar el trabajo. Sin embargo, al mismo tiempo, existe cierto riesgo de superposición de los límites entre el trabajo y la vida personal y familiar. Debido a las largas horas de trabajo y la mezcla de tareas al mismo tiempo, se pueden ir desdibujando los límites entre la vida familiar y el trabajo, generando conflicto en ambos ámbitos.
En cómo se organizan ambos tiempos, existen factores culturales afectantes. Por ejemplo, el fenómeno de la pérdida de los límites se reporta más en Finlandia, Francia, Alemania, Hungría, India, los Países Bajos, Suecia, el Reino Unido y los Estados Unidos, mientras que, en general, en países como Argentina, Bélgica, Italia y España, se reportan mayormente aspectos positivos en la conciliación.
Del mismo modo, el apoyo de la familia y del supervisor también se constituyen en factores que inciden directamente sobre el beneficio de la conciliación familia y trabajo.
Por otro lado, también hay diferencias importantes por grupos de trabajadores según el género. Las mujeres trabajadoras tienden a utilizar el teletrabajo desde el hogar más que los hombres para equilibrar familia y trabajo.
Un estudio arroja que las mujeres que hacen teletrabajo desde el hogar tienden a llevar a cabo mucho trabajo de la casa y dedicar menos horas al trabajo pagado, mientras que los hombres, tienden a tener un patrón de trabajo más parecido al trabajo full time de la oficina y contribuir muy poco al trabajo de la casa.
También la posición en la empresa es un factor a observar ya que puestos directivos, suelen elegir el teletrabajo por razones distintas del equilibrio vida-trabajo y presentan mayores dificultades en mantener los límites entre el trabajo y la vida personal, por lo tanto, se les dificulta mantener un buen equilibrio.
Todos estos hallazgos sugieren que los efectos del teletrabajo en el equilibrio trabajo-familia son muy ambiguos y, tal vez, incluso contradictorios. Un mismo trabajador puede reportar haber reducido tiempo de viaje y, por tanto, tener más tiempo para su familia; mientras que, por otro lado, también pueden reportan un incremento de las horas de trabajo, y por tanto una pérdida de los límites entre el trabajo remunerado y la vida personal.
4) Inserción laboral.
Además de la población con discapacidad, el teletrabajo también se ha entendido como una forma de potenciar la igualdad de oportunidades para otras poblaciones, como mujeres, jóvenes y adultos mayores en el mercado laboral. No obstante, el factor aislamiento afectaría más a las poblaciones que buscan insertarse a través del trabajo en la sociedad.
5) Salud ocupacional y bienestar. En este aspecto debemos considerar de qué manera un grupo de factores tales como los tiempos de viaje, el aislamiento y el sedentarismo, pueden afectar la salud del trabajador y cómo disminuir su impacto.
Por tanto, altos niveles de intensidad laboral y los conflictos que se pudieran generar entre el tiempo dedicado al trabajo y a la vida familiar están asociados con estrés en el trabajo y con efectos negativos en la salud y el bienestar de los trabajadores.
Considerando que los teletrabajadores dan cuenta de altos niveles de intensidad laboral y pérdida de los límites entre los tiempos dedicados a los deberes laborales y familiares, se espera que este grupo tenga altos niveles de estrés y menores niveles de bienestar.
Respecto al sedentarismo, el mismo viene de la mano con la obesidad ya que ambos constituyen un riesgo muy presente, toda vez que el teletrabajo gire en torno a actividades esencialmente cognitivas, donde la mayor parte del tiempo se pasa sentado.
En efecto, el comportamiento sedentario en sí mismo es perjudicial para la salud, por ejemplo, agravando el riesgo de enfermedades diversas y contribuyendo a deteriorar el funcionamiento cotidiano o simplemente impidiendo el mayor disfrute de las experiencias diarias.
Finalmente, vale destacar que el teletrabajo puede tener tanto beneficios como perjuicios para el trabajador, dependiendo de factores tanto individuales como organizacionales. Entre estos: la edad, el género, la relación con las jefaturas, el tipo de contrato, el grado de autonomía, la ergonomía, y la calidad de las tecnologías.
*Médica Emergentóloga UBA. Miembro Titular de la Sociedad Argentina de Emergentología. IG: @draemilianaherrera
Makers
El poder de los datos

En tiempos de Big Data, el análisis de la información se ha transformado en una de las herramientas fundamentales para la toma de decisiones, tanto en ámbitos públicos como privados. En ese contexto, donde el poder transformador de la inteligencia artificial puede convertirse en usina de oportunidades o amenaza de exclusión, la educación cumple un rol fundamental a la hora de resignificar los nuevos desarrollos digitales y determinar cómo interactuamos frente ellos. Hoy, más que nunca, la tecnología está disponible, pero el gran desafío es cómo y para qué vamos a utilizarla.
La tecnología continúa avanzando y cada vez se pueden observar con más claridad los alcances de las transformaciones que provoca en los hábitos culturales y sociales de las personas, tanto en lo que respecta a los modos de acceder a la información y a las industrias culturales como a las formas de intercambios comerciales y de servicios.
En ese contexto, donde la innovación no se detiene, cada una de nuestras acciones alimenta una gran memoria digital que utiliza esa información para anticipar nuevas conductas. El Big Data -o macrodatos- es un término que hace referencia a una cantidad de información tal que supera la capacidad del software convencional para ser capturada, administrada y procesada en un tiempo razonable.
Esta información crece constantemente. Según las estimaciones que pueden encontrarse en la red el límite superior de procesamiento ha ido creciendo a lo largo de los años. Se estima que el mundo almacenó unos 5 zettabytes (1000 millones de terabytes) en 2014, la mitad de todo el “peso” de internet para estos días que ya supera los 10 zettabyte (la dimensión de este volumen si se pone esta información en libros, convirtiendo las imágenes a su equivalente en letras, se podría hacer 4500 pilas de libros que lleguen hasta el sol).
Esa es la energía de la que se alimenta la inteligencia artificial, que se ha convertido en la gran protagonista de la revolución digital dada su capacidad para replicar las cualidades de la inteligencia humana.
Indudablemente, la AI, así conocida por sus siglas en inglés (artificial intelligence), desempeña un papel esencial en nuestra vida cotidiana y tiene un enorme potencial para nuestra sociedad. Sin embargo, su poder transformador trae consigo desafíos importantes, que van desde la generación de nuevas oportunidades en el acceso a la información y mejoras en los procesos de toma de decisiones hasta el riesgo de reproducir desigualdades o exclusiones en las búsquedas de empleo.
Así, la inteligencia artificial es una herramienta que puede resultar sumamente provechosa para solucionar diferentes problemáticas sociales y avanzar en saldar viejas y nuevas demandas, pero al mismo tiempo puede constituirse en una gran amenaza. Hoy, la tecnología está disponible, pero el gran desafío es cómo y para qué vamos a utilizarla.

TECNOLOGÍAS PARA LA IGUALDAD
La reflexión sobre los fines de la tecnología se encuentra cada vez más presente como tema de debate en el ámbito académico. Semanas atrás, la Fundación Foro del Sur organizó la charla “Mujeres en la economía digital” en el marco de “Las Argentinas Trabajamos”, iniciativa de la que participó Renata Ávila, abogada guatemalteca especializada en la intersección de los derechos humanos con la tecnología.
“Nuestro desafío es cómo superamos la desigualdad en la era de los algoritmos”, profundizó Ávila al ser consultada por el suplemento Educación con motivo de su visita al país. Claro, es que suele decirse que la tecnología es el gran igualador de género porque es neutral. ¿Pero es esto cierto? La incorporación de la tecnología a los procesos productivos trae evidentes consecuencias en los trabajadores en general, ¿pero impacta de igual manera en las mujeres? ¿Qué les espera a las trabajadoras en la era del Big Data y los algoritmos?
“Hay un montón de mecanismos de decisión automatizados, diseñados por gente, pero que actúan independiente de los humanos. Entonces, en lugar de tener personas leyendo curriculum se tiene un sistema que busca por ellos, ahorrando tiempo y dinero, con parámetros que pueden ser, por ejemplo, ‘hombres o mujeres que no tengan hijos’, porque no quiero que falten al trabajo. Eso es ilegal (…). Ya desde la oferta laboral se pueden tener sesgos, podemos pedir a la empresa de sistemas, por ejemplo, que no le muestre nuestros avisos laborales a mujeres ‘pañuelos verdes’. Pero esto se puede dar vuelta. Queremos que la tecnología vuelva a ser nuestra, para defender los avances sociales que tuvimos”, advirtió la especialista.
Esta idea de apropiación de la tecnología es, sin duda, uno de los grandes desafíos de la educación hoy. Cómo entender el comportamiento humano a través de los datos y cómo usar esos datos de una manera positiva para la sociedad, son parte de las reflexiones que demanda la actualidad.
“Esa es la nueva formación digital que deben tener los chicos y las chicas, no dejemos que los eduquen los gigantes tecnológicos sobre cómo debe ser su percepción de la tecnología. Eso no es suficiente.
La tecnología continúa avanzando y cada vez se pueden observar con más claridad los alcances de las transformaciones que provoca en los hábitos culturales y sociales de las personas, tanto en lo que respecta a los modos de acceder a la información y a las industrias culturales como a las formas de intercambios comerciales y de servicios.
En ese contexto, donde la innovación no se detiene, cada una de nuestras acciones alimenta una gran memoria digital que utiliza esa información para anticipar nuevas conductas. El Big Data -o macrodatos- es un término que hace referencia a una cantidad de información tal que supera la capacidad del software convencional para ser capturada, administrada y procesada en un tiempo razonable.
Esta información crece constantemente. Según las estimaciones que pueden encontrarse en la red el límite superior de procesamiento ha ido creciendo a lo largo de los años. Se estima que el mundo almacenó unos 5 zettabytes (1000 millones de terabytes) en 2014, la mitad de todo el “peso” de internet para estos días que ya supera los 10 zettabyte (la dimensión de este volumen si se pone esta información en libros, convirtiendo las imágenes a su equivalente en letras, se podría hacer 4500 pilas de libros que lleguen hasta el sol). Esa es la energía de la que se alimenta la inteligencia artificial, que se ha convertido en la gran protagonista de la revolución digital dada su capacidad para replicar las cualidades de la inteligencia humana.
Indudablemente, la AI, así conocida por sus siglas en inglés (artificial intelligence), desempeña un papel esencial en nuestra vida cotidiana y tiene un enorme potencial para nuestra sociedad. Sin embargo, su poder transformador trae consigo desafíos importantes, que van desde la generación de nuevas oportunidades en el acceso a la información y mejoras en los procesos de toma de decisiones hasta el riesgo de reproducir desigualdades o exclusiones en las búsquedas de empleo.
Así, la inteligencia artificial es una herramienta que puede resultar sumamente provechosa para solucionar diferentes problemáticas sociales y avanzar en saldar viejas y nuevas demandas, pero al mismo tiempo puede constituirse en una gran amenaza. Hoy, la tecnología está disponible, pero el gran desafío es cómo y para qué vamos a utilizarla.
“Hemos pasado de una década intensa, la del 2000, donde éramos creadores de tecnología, de periodismo ciudadano y de Wikipedia, a ser una década haragana, pasiva y de consumo, moviendo un dedo y alimentando los sistemas de inteligencia artificial”, afirmó Ávila.
EL APORTE DE LAS BÚSQUEDAS
Para acompañar el desarrollo tecnológico y generar una ciudadanía crítica que pueda comprender la instalación de estos fenómenos en nuestra vida cotidiana, la educación superior fue testigo de una serie de reflexiones en torno al vínculo de la inteligencia artificial con la filosofía y la política.
Invitado por la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), el cientista de datos y economista norteamericano Seth Stephens Davidowitz visitó nuestro país recientemente para brindar una serie de charlas en la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y el XIII Congreso en Economía y Gestión ECON 2019. Sus exposiciones buscaron acercar este reciente campo de estudio a docentes e investigadores de las universidades públicas argentinas.
El economista, que también obtuvo un máster en Filosofía en la Universidad de Stanford, se dedica al análisis crítico de datos. Tras su paso por Google, donde hizo aportes en el desarrollo de Google Trends, se abocó al estudio de la conducta de los usuarios de Google y sus búsquedas, que fueron volcadas en Todo el mundo miente, libro que plantea que, en privado, la gente es mucho más sincera que en sus manifestaciones públicas.
Pero las búsquedas de los usuarios quedan en un registro que las vuelve públicas -en el mejor de los casos, anónimas-, visibles y tentadoras para todo aquel que sepa cómo verlas y para qué usarlas. En efecto, a través de búsquedas de Google se obtienen nuevos conocimientos que permiten medir socialmente cuestiones como el racismo, el aborto, el abuso infantil, la preferencia sexual, la ansiedad, entre muchos otros temas.
En este sentido, Davidowitz explicó que, al combinar encuestas tradicionales con datos de los usuarios en internet, se pueden realizar importantes predicciones sobre el comportamiento humano. Bajo la premisa de que “todos mienten”, el especialista norteamericano sostiene que las personas no suelen ser honestas sobre sus pensamientos y sus acciones, pero en la intimidad de su hogar, computadora en mano, suelen realizar búsquedas que permiten ubicar a Google como una fuente de esa información. Internet se torna así en una herramienta más transparente que las respuestas que se dan en encuestas o grupos focales.
“Hemos detectado, luego de las investigaciones, que la gente suele mentir en la mayoría de sus interacciones pero que, por algún motivo, tiende a ser muy honesta con Google. Tal vez esto tiene que ver con que las personas se sienten cómodas y buscan lo que realmente les interesa, desean y piensan”, explicó el especialista.
Otro punto sobre el que profundizó Davidowitz giró en torno a cómo la sociedad puede apropiarse de estos datos de forma positiva, corriéndose del uso que realizan las corporaciones, para hacer importantes aportes al bien común. Al respecto, puso como ejemplo el tema de la salud y se refirió a una investigación en desarrollo vinculada al cáncer de páncreas, en la que se hizo una pesquisa de las búsquedas en Google de pacientes que sufrían esta enfermedad. Una vez establecidos estos patrones de búsqueda, se sintetizó la información para saber qué síntomas buscaban. Esta información usada correctamente “puede ser sumamente importante para realizar diagnósticos prematuros”, dijo.
Pero también expresó que existe un gran debate y un enorme desafío aún sobre este tema, y enfatizó en que debe crearse todo un aparato de legislaciones claras e instancias gubernamentales que se encarguen de dirigir y controlar el uso de los datos.
“La gente suele mentir en la mayoría de sus interacciones, pero, por algún motivo, tiende a ser muy honesta con Google. Tal vez esto tiene que ver con que las personas se sienten cómodas y buscan lo que realmente les interesa, desean y piensan”. Seth Stephens Davidowitz.
TECNOLOGÍA Y PODER
“La tecnología es política y la tecnología no está aislada de esta disputa por el poder”. Con esta frase, Renata Ávila ilustra de manera taxativa el rol de la tecnología en las sociedades actuales. Tal como destacamos anteriormente, la especialista guatemalteca plantea también un desafío en relación a pensar el uso de la inteligencia artificial en el marco de una estrategia nacional superior que la contenga.
“No estamos desarrollando la tecnología que la gente necesita y no estamos dando las oportunidades que nuestros sectores necesitan para desarrollarse. Tenemos que desarrollar una estrategia de innovación social digital, una estrategia de inteligencia artificial nacional que debe incluir un capítulo sobre esto, con presupuesto, con medidas específicas y con modelos de cooperación”, expresó.
El trabajo de expertos en la materia, como es el caso de las reflexiones de Ávila o Davidowitz, puede leerse en una clave interesante de cara al futuro: la tecnología tiene el potencial de mejorar la vida de todos los habitantes de la tierra, pero debemos buscar la forma de que esta premisa no quede solo en buenas intenciones o, peor aún, se limite a reproducir las desigualdades históricas y preexistentes.
Este es, sin duda, uno de los retos más importantes del presente, y la universidad puede contribuir a comprender los alcances de los avances tecnológicos y realizar la tarea de resignificarlos con el objetivo de lograr que se conviertan en mecanismos de inclusión y no de exclusión, en herramientas que brinden más oportunidades en lugar de generar selección y más desigualdad.
Fuente: Nota publicada en perfil.com
Makers
10 tips para tener una buena postura corporal en la virtualidad

*Por Cristina Cocconi
En tiempos donde el trabajo remoto se ha extendido y comienza a ser cada día más común, debemos tener en cuenta cómo cuidamos el cuerpo para evitar consecuencias físicas que después vamos a lamentar y que vienen asociadas a las malas posturas y al sedentarismo.
Si bien el poder trasladar nuestra rutina laboral -a los hogares, a los bares o inclusive hacia otros ámbitos, como espacios más abiertos o hasta al aire libre,- tiene muchos aspectos positivos que no viene a cuento a los fines de esta columna, estas nuevas costumbres pueden afectar a nuestro físico y, en consecuencia, a nuestra salud.

Por eso, es importante tenerlo en cuenta y tomar cartas en el asunto para llevar a un mejor puerto la adaptación a los nuevos formatos y vínculos que venimos atravesando tanto entre jefes y empleados, o empresas y clientes, como para hacer compras o entretenernos.
En esta dirección, a continuación les comparto 10 consejos rápidos y tips que recomiendo tener presente al manipular dispositivos electrónicos como computadoras, Tablet o celulares, y al administrar la virtualidad de nuestro tiempo laboral y de disfrute:
- 1- Si tu trabajo te lleva a permanecer mucho tiempo sentado, trata de que la silla que usas se a la adecuada, lo ideal es que tenga un buen respaldo y la altura debe dejar que tus piernas queden en un ángulo de 90 grados.
- 2- No te sientes nunca en el borde de la silla,
- 3- Podes colocar un rollito de toalla por encima de las lumbares para apoyarte en él,
- 4- Acercá la silla para evitar encorvarte hacia adelante,
- 5- No acerques tu cara a la pantalla, sacando así la cabeza del eje del cuerpo,
- 6- Si podes, cada una hora levantate y camina aunque sea unos pocos pasitos,
- 7- Sumá movimientos de hombro y cuello. Estirá básicamente tu espalda,
- 8- Si debes movilizar peso, cuidado al tomar y trasladar. Cuando levantás algo del suelo hacelo siempre con las dos manos y cerca del cuerpo y, por supuesto, flexiona las rodillas, al agacharte y mantené la columna recta
- 9- En la medida que sea posible usá calzado cómodo evitando los tacos altos,
- 10- Cuidá el sobrepeso y el stress. Hacé deporte, practicá la actividad que más te guste y meditá.
En definitiva, de lo que se trata es de que logremos acompañar de la mejor manera con nuestro cuerpo los distintos procesos de transformación cultural que vamos atravesando. Es común que asimilemos los cambios y nos mentalicemos, aunque tampoco es fácil, pero por lo general nos acostumbramos a pensar que el físico debe responder de manera automática como corriendo una carrera desde atrás.

Es decir, solemos pensar que el cuerpo se adapta y acomoda, pero no siempre es tan sencillo. Para lograr vivir de manera saludable nuestras vidas es oportuno y necesario que podamos alinear mente y cuerpo a nuestras obligaciones y propósitos.
En definitiva, de lo que se trata es de que logremos acompañar de la mejor manera con nuestro cuerpo los distintos procesos de transformación cultural que vamos atravesando. Es común que asimilemos los cambios y nos mentalicemos, aunque tampoco es fácil, pero por lo general nos acostumbramos a pensar que el físico debe responder de manera automática como corriendo una carrera desde atrás.
Así como los cuerpos incorporan el ritmo de la música para bailar, buscando la forma de sintonizar los movimientos con cada tono o pausa, del mismo modo lo corporal debe moverse al pulso de las transformaciones sociales.
En síntesis, si enfrentamos un nuevo ordenamiento de nuestras tareas en tiempos y espacios, debemos alinear también nuestro comportamiento corporal a ellas.
Como suele decirse, el cuerpo es nuestro único envase y no tenemos otro para reemplazarlo. Aprovechemos las ventajas que nos da la tecnología para acortar distancias y hacernos mucho más accesibles un sinnúmero de cosas, pero acoplemos nuestro cuerpo, y preservémoslo, no como obstáculo sino como vehículo de la innovación.
* Cristina Cocconi. Profesora de Educación Física (UNLP). Profesora de Yoga Terapéutico. Yoga Kriya. Instructora de pilates RSC/RMP. Columnista del programa @encasasaludok. Instagram: cristinacocconiestudio.
Comunidad
Los efectos negativos de la tecnología en el desarrollo del lenguaje y la comunicación

A través de la campaña “+Fonos, +Salud”, y ante la baja la cantidad de fonoaudiólogos en el país y el incremento de las consultas, el Servicio de Fonoaudiología del Hospital Universitario Austral, la Asociación Argentina de Logopedia, Foniatría y Audiología (ASALFA), la Federación Argentina de Colegios y Asociaciones de Fonoaudiólogos (FACAF), la Asociación de Fonoaudiólogos de la Ciudad de Buenos Aires (AFOCABA), la Regional de San Isidro del Colegio de Fonoaudiólogos de la Prov. de Buenos Aires (COFOBA) y la Asociación de Foniatría, Audiología y Logopedia Platense (AFALP), se unieron para crear conciencia sobre la importancia de la fonoaudiología y sumar estudiantes a esta carrera que está disponible en 13 universidades de todo el país.
Por Campaña +Fonos, +Salud*
La comunicación y el lenguaje son habilidades que se construyen del interjuego entre la biología y el ambiente. Para aprender a comunicarse es necesario que el cerebro del niño cuente con una serie de condiciones como para hacerlo, pero a la vez necesita del estímulo del ambiente para desplegar esas habilidades. La historia cuenta la vida del niño de Aveyrón quién fue encontrado a fines del siglo XVIII viviendo solo en un bosque francés. Ese chico fue llevado a una institución para que viviese en compañía de personas, el objetivo entonces fue educarlo y ayudarlo a que pudiese hablar. Víctor, que así era su nombre, pudo aprender algunas palabras aisladas para comunicarse pero nunca adquirió lenguaje estructurado y fluido. Muy probablemente, esto se deba a que en sus primeros años de vida, estuvo sólo, sin estímulos verbales, en un momento que es crítico para el desarrollo de las habilidades comunicativas.

El cerebro, tiene un tiempo limitado en su evolución para aprender el lenguaje de modo fluido. Podemos aprender palabras nuevas durante toda nuestra vida, pero no podemos aprender a armar frases o a pronunciar bien de manera indefinida en el tiempo porque el cerebro tiene períodos específicos para eso que se extienden hasta los 6 o 7 años.
El proceso de adquisición del lenguaje se inicia en el nacimiento, y se completa alrededor de los 6 años, distinguiendo tres etapas claras: 1) la primera es cuando los niños aprenden a comunicarse, sin palabras, pero transmitiendo intenciones, en esa etapa aprenden a mirar, a señalar a rechazar y a hacerse entender; 2) alrededor de los 2 años aprenden a hablar con algunas palabras aisladas y frases defectuosas en su construcción y 3) finalmente aprenden a hablar bien, que es cuando logran ampliar la longitud de las frases, incorporan mucho vocabulario y pueden progresivamente pronunciar mejor las palabras. Todo este recorrido está determinado biológicamente, pero para que esto se cumpla, es necesaria la participación del adulto. Para que un niño hable, hay que hablarle.
En los últimos años , con la falta de tiempo, con los cambios tecnológicos, parte de ese “estimulo ambiental” ha sido reemplazado por el uso de dispositivos electrónicos. El utilizar este recurso como medio casi exclusivo de estimulación, hace que los nenes pierdan multiplicidad de oportunidades de comunicación interpersonal y de manera concomitante no desarrollen habilidades nodales para el desarrollo posterior. Durante el aislamiento preventivo vivido durante la pandemia, muchos chicos tuvieron como único medio de estimulación el uso de dispositivos electrónicos. Dejaron de estar en contacto con pares, dejaron de ir a la plaza, de visitar familiares y sus padres muchas veces tampoco podían disponer del suficiente tiempo para jugar o establecer momentos de comunicación por el agobio que supuso trabajar desde el hogar con horarios interminables y llevar adelante las labores hogareñas.
Los efectos de esa situación ya están a la vista en la consulta fonoaudiológica habitual, ya en los últimos 10 años, se advertía un crecimiento exponencial de consultas por problemas de comunicación y lenguaje, y en el último año la situación ha empeorado.
Estudios previos al aislamiento, avalan los efectos dañinos que produce el reemplazo de las relaciones interpersonales en el desarrollo de los niños por causa de la tecnología. El neurocientífico francés Michel Desmurget ( 2020 ), menciona que en su país, las consultas por esta razón en el período 2010 a 2018 se incrementaron de 11.000 a 24.000 casos. El mismo , ha escrito un libro llamado “La fabrica de cretinos digitales” en donde destaca los efectos nocivos de la tecnología en la infancia en relación con la comunicación y el lenguaje, la atención, el aprendizaje, la conducta y el sueño.
“De modo inverso al incremento de las dificultades en la comunicación, decrece la cantidad de profesionales preparados de atenderlos. La tasa de estudiantes de la carrera de Fonoaudiología baja sistemáticamente y la cantidad de egresados hoy es aproximadamente 5 veces menor que en la década de los 90’”.
Dimitri Christakis, investigador de la Universidad de Washington (2009), realizó un estudio en el que grabó a niños de 2 a 48 meses y observó que cuando no estaba la televisión prendida, esos niños escuchaban de su entorno 925 palabras por hora, mientras que cuando la televisión estaba encendida escuchaban sólo 155, es decir que el estímulo se reducía un 85%. Al escuchar menos, también vocalizaban menos.
Desmurget (2020) menciona que un bebé de 18 meses que esté expuesto a pantallas media hora al día tiene un riesgo 2,5 mayor de desarrollar retraso en el lenguaje.
El investigador Bilton (2014), analizó el tiempo de exposición a pantallas en niños de distintas edades y observó que los nenes de hasta 2 años pasan alrededor del 10% de vigilia pendiente de ellas, de 2 a 4 años, el 25% del tiempo de vigilia, de 8 a 12 años el 33% y de 12 en adelante el 40% del tiempo que están despiertos están en contacto con una pantalla.
La Organización Mundial de la Salud (2018), prohibió el uso de dispositivos electrónicos a menores de 5 años a causa de los efectos adversos que ocasionan en el cerebro en desarrollo y sugiere el uso administrado en niños mayores de esa edad, porque se termina afectando la atención, la conducta y la comunicación, pero también se afecta la salud física con el incremento de la obesidad y sus derivados (diabetes, hipertensión arterial, etc.)
De modo inverso al incremento de las dificultades en la comunicación, decrece la cantidad de profesionales preparados de atenderlos. La tasa de estudiantes de la carrera de Fonoaudiología baja sistemáticamente y la cantidad de egresados hoy es aproximadamente 5 veces menor que en la década de los 90’.
Quienes trabajamos en la parte clínica, vemos día a día como las familias peregrinan buscando atención para sus hijos con dificultades en el lenguaje. Esto se expresa tanto en la salud pública como en la privada. Según datos provistos por la Lic. Graciela Gaillard, Fonoaudióloga de Planta del Hospital de Niños Pedro de Elizalde, la lista de espera para acceder a tratamiento en ese hospital es de aproximadamente de 3 años, desde 2018 no es posible ingresar pacientes nuevos a tratamiento.
Según datos mencionados por la Dra. Alicia Maiocchi, fonoaudióloga de planta permanente del hospital, en un relevamiento realizado en el período 2020-2021, sobre 869 pacientes evaluados, todos necesitados de realizar terapia de lenguaje, solo 235 habían conseguido tratamiento en sitios cercanos a sus domicilios.
La misma situación se replica en centros privados en los que hay muchos fonoaudiólogos en horarios muy amplios de atención, pero aún así la mano de obra parece no alcanzar nunca, especialmente luego de la pandemia.
* Servicio de Fonoaudiología del Hospital Universitario Austral, Asociación Argentina de Logopedia, Foniatría y Audiología (ASALFA), Federación Argentina de Colegios y Asociaciones de Fonoaudiólogos (FACAF), Asociación de Fonoaudiólogos de la Ciudad de Buenos Aires (AFOCABA), la Regional de San Isidro del Colegio de Fonoaudiólogos de la Prov. de Buenos Aires (COFOBA) y la Asociación de Foniatría, Audiología y Logopedia Platense (AFALP).
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