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Opinión

Hacia una nueva cultura sexual

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*Por Andrea Orlanidini.

Una mirada para aprender a manejar nuestra inteligencia erótica y emocional

Enriquecer nuestra cultura sexual es un alimento espiritual e intelectual para nuestro ser en el mundo y en comunidad mucho más valioso y necesario de lo que muchas veces creemos.

No voy a entrar en estas líneas a contar las bondades que el sexo puede tener para la piel, o decirles -aunque es así- que la actividad sexual es tan rendidora como cualquier ejercicio aeróbico.

Quiero aprovechar para decirles que debemos hacerlo primero porque podemos pero también porque tenemos una gran oportunidad.

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En tiempos donde la tecnología y las leyes vienen acompañando una tendencia hacia la amplitud de derechos, a una mayor colaboración e inclusión de las diversidades, se vuelve oportuno enriquecer nuestra inteligencia erótica.

En esta dirección, para muchos hoy el futuro está en el pasado. Necesitamos parar la pelota y desacelerar algunos comportamientos que se fueron desarrollando a la luz de la sociedad de consumo, regida por una cultura del descarte y de búsqueda de la satisfacción inmediata y a como dé lugar.

Hoy estamos frente a un escenario complejo que requiere desarrollar nuevas capacidades pero que al mismo tiempo se manifiesta como propicio para la creatividad.

Así nos lo demuestran las nuevas generaciones que comienzan a ser parte del universo adulto con una mentalidad más predispuesta a pensar en el otro y a la acción colaborativa como el camino para lograr un mundo mejor.

Una comunidad que está más atravesada por la sensibilidad y que considera que puede ser artífice y protagonista de los cambios.

Es interesante pensar en lo que algunos especialistas están definiendo como sociedad gamer. Para esta comunidad la evolución y el progreso dejan de ser lineales. Se construye y reconstruye, y se retrocede si es necesario para volver a aprender, construir y deconstruir.

Una comunidad que valora más la experiencia (viajar, compartir, cuidar, alquilar) que la propiedad de las cosas (comprar una vivienda propia, un auto o un trabajo estable).

En este contexto, ¿qué pasa con la sexualidad? ¿Somos incultos sexuales? ¿Tenemos las herramientas para vivir nuestra sexualidad sin prejuicios? Si la colaboración es la premisa de los nuevos vínculos emprendedores, por ejemplo, ¿por qué no trasladarla al plano del amor y del sexo?

Si el gamer valora la experiencia, volvamos a darle sentido al encuentro con los demás. Valga también la alegoría para animarnos a jugar, a recrear las reglas que configuran nuestros espacios para compartir.

En la mayoría de los casos, y por la experiencia del consultorio, lo que suelo observar es que no tenemos las herramientas y los conocimientos para hacerlo. No tenemos las lecturas y conversaciones, o los suficientes debates encima como para eliminar definitivamente aquellos prejuicios y estereotipos que nos limitan la vida sexual.

La cultura sexual está dada por esa posibilidad de desarrollar la inteligencia erótica y sexual, dada como la posibilidad que tiene nuestro ser de implementar de manera creativa la posibilidad de conectarse con su propio cuerpo. Y poder transmitírselo a nuestras personas favorita.

De lo que hablo es de poder vivir con mayor libertad. Comencemos por considerar que la sexualidad es un recurso y un área de la vida que es digna de ser explorada, y de ser desarrollada.

Luego, avancemos en el deseo de seguir curioseando y ampliando esta suerte de mirada panorámica en muchos sentidos: el cine, la literatura, pueden ayudar, y el desarrollo de pasiones y placeres más mundanos.

Esa empatía y solidaridad sexual tiene que ver con amigarnos con la sexualidad, con la nuestra y con la de los demás. Desde esta perspectiva, las personas incultas sexuales son las que siguen enraizadas en sus propios prejuicios y no se dan el permiso de hacerse nuevas preguntas.

En cambio, una culta es la que se permite cuestionar, deconstruirse y querer saber más acerca de lo que es la vida erótica, que va mucho más allá de tener sexo.

Lejos de trabajar sobre la patologización de la vida sexual, cuando ya llegamos a un punto que no nos permite ejercitar plenamente nuestras libertades y vínculos, elijo promover instrumentos que nos permitan prevenir y superar las dificultades, poniendo en el centro el reconocimiento de nuestra vida sexual.

Si nos amigamos con la sexualidad, si somos amigos del erotismo, vamos a poder conocernos mejor, eliminando prejuicios y aprendiendo también de los demás.

 *Psicóloga, sexóloga clínica y educadora sexual.

También publicada en Revista Marie Clarie

Makers

El poder de los datos

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En tiempos de Big Data, el análisis de la información se ha transformado en una de las herramientas fundamentales para la toma de decisiones, tanto en ámbitos públicos como privados. En ese contexto, donde el poder transformador de la inteligencia artificial puede convertirse en usina de oportunidades o amenaza de exclusión, la educación cumple un rol fundamental a la hora de resignificar los nuevos desarrollos digitales y determinar cómo interactuamos frente ellos. Hoy, más que nunca, la tecnología está disponible, pero el gran desafío es cómo y para qué vamos a utilizarla.

La tecnología continúa avanzando y cada vez se pueden observar con más claridad los alcances de las transformaciones que provoca en los hábitos culturales y sociales de las personas, tanto en lo que respecta a los modos de acceder a la información y a las industrias culturales como a las formas de intercambios comerciales y de servicios.

En ese contexto, donde la innovación no se detiene, cada una de nuestras acciones alimenta una gran memoria digital que utiliza esa información para anticipar nuevas conductas. El Big Data -o macrodatos- es un término que hace referencia a una cantidad de información tal que supera la capacidad del software convencional para ser capturada, administrada y procesada en un tiempo razonable.

Esta información crece constantemente. Según las estimaciones que pueden encontrarse en la red el límite superior de procesamiento ha ido creciendo a lo largo de los años. Se estima que el mundo almacenó unos 5 zettabytes (1000 millones de terabytes) en 2014, la mitad de todo el “peso” de internet para estos días que ya supera los 10 zettabyte (la dimensión de este volumen si se pone esta información en libros, convirtiendo las imágenes a su equivalente en letras, se podría hacer 4500 pilas de libros que lleguen hasta el sol).

Esa es la energía de la que se alimenta la inteligencia artificial, que se ha convertido en la gran protagonista de la revolución digital dada su capacidad para replicar las cualidades de la inteligencia humana.

Indudablemente, la AI, así conocida por sus siglas en inglés (artificial intelligence), desempeña un papel esencial en nuestra vida cotidiana y tiene un enorme potencial para nuestra sociedad. Sin embargo, su poder transformador trae consigo desafíos importantes, que van desde la generación de nuevas oportunidades en el acceso a la información y mejoras en los procesos de toma de decisiones hasta el riesgo de reproducir desigualdades o exclusiones en las búsquedas de empleo.

Así, la inteligencia artificial es una herramienta que puede resultar sumamente provechosa para solucionar diferentes problemáticas sociales y avanzar en saldar viejas y nuevas demandas, pero al mismo tiempo puede constituirse en una gran amenaza. Hoy, la tecnología está disponible, pero el gran desafío es cómo y para qué vamos a utilizarla.

Foto: Perfil

TECNOLOGÍAS PARA LA IGUALDAD

La reflexión sobre los fines de la tecnología se encuentra cada vez más presente como tema de debate en el ámbito académico. Semanas atrás, la Fundación Foro del Sur organizó la charla “Mujeres en la economía digital” en el marco de “Las Argentinas Trabajamos”, iniciativa de la que participó Renata Ávila, abogada guatemalteca especializada en la intersección de los derechos humanos con la tecnología. 

“Nuestro desafío es cómo superamos la desigualdad en la era de los algoritmos”, profundizó Ávila al ser consultada por el suplemento Educación con motivo de su visita al país. Claro, es que suele decirse que la tecnología es el gran igualador de género porque es neutral. ¿Pero es esto cierto? La incorporación de la tecnología a los procesos productivos trae evidentes consecuencias en los trabajadores en general, ¿pero impacta de igual manera en las mujeres? ¿Qué les espera a las trabajadoras en la era del Big Data y los algoritmos?

“Hay un montón de mecanismos de decisión automatizados, diseñados por gente, pero que actúan independiente de los humanos. Entonces, en lugar de tener personas leyendo curriculum se tiene un sistema que busca por ellos, ahorrando tiempo y dinero, con parámetros que pueden ser, por ejemplo, ‘hombres o mujeres que no tengan hijos’, porque no quiero que falten al trabajo. Eso es ilegal (…). Ya desde la oferta laboral se pueden tener sesgos, podemos pedir a la empresa de sistemas, por ejemplo, que no le muestre nuestros avisos laborales a mujeres ‘pañuelos verdes’. Pero esto se puede dar vuelta. Queremos que la tecnología vuelva a ser nuestra, para defender los avances sociales que tuvimos”, advirtió la especialista. 

Esta idea de apropiación de la tecnología es, sin duda, uno de los grandes desafíos de la educación hoy. Cómo entender el comportamiento humano a través de los datos y cómo usar esos datos de una manera positiva para la sociedad, son parte de las reflexiones que demanda la actualidad.

“Esa es la nueva formación digital que deben tener los chicos y las chicas, no dejemos que los eduquen los gigantes tecnológicos sobre cómo debe ser su percepción de la tecnología. Eso no es suficiente.

La tecnología continúa avanzando y cada vez se pueden observar con más claridad los alcances de las transformaciones que provoca en los hábitos culturales y sociales de las personas, tanto en lo que respecta a los modos de acceder a la información y a las industrias culturales como a las formas de intercambios comerciales y de servicios.

En ese contexto, donde la innovación no se detiene, cada una de nuestras acciones alimenta una gran memoria digital que utiliza esa información para anticipar nuevas conductas. El Big Data -o macrodatos- es un término que hace referencia a una cantidad de información tal que supera la capacidad del software convencional para ser capturada, administrada y procesada en un tiempo razonable.

Esta información crece constantemente. Según las estimaciones que pueden encontrarse en la red el límite superior de procesamiento ha ido creciendo a lo largo de los años. Se estima que el mundo almacenó unos 5 zettabytes (1000 millones de terabytes) en 2014, la mitad de todo el “peso” de internet para estos días que ya supera los 10 zettabyte (la dimensión de este volumen si se pone esta información en libros, convirtiendo las imágenes a su equivalente en letras, se podría hacer 4500 pilas de libros que lleguen hasta el sol). Esa es la energía de la que se alimenta la inteligencia artificial, que se ha convertido en la gran protagonista de la revolución digital dada su capacidad para replicar las cualidades de la inteligencia humana.

Indudablemente, la AI, así conocida por sus siglas en inglés (artificial intelligence), desempeña un papel esencial en nuestra vida cotidiana y tiene un enorme potencial para nuestra sociedad. Sin embargo, su poder transformador trae consigo desafíos importantes, que van desde la generación de nuevas oportunidades en el acceso a la información y mejoras en los procesos de toma de decisiones hasta el riesgo de reproducir desigualdades o exclusiones en las búsquedas de empleo.

Así, la inteligencia artificial es una herramienta que puede resultar sumamente provechosa para solucionar diferentes problemáticas sociales y avanzar en saldar viejas y nuevas demandas, pero al mismo tiempo puede constituirse en una gran amenaza. Hoy, la tecnología está disponible, pero el gran desafío es cómo y para qué vamos a utilizarla.

“Hemos pasado de una década intensa, la del 2000, donde éramos creadores de tecnología, de periodismo ciudadano y de Wikipedia, a ser una década haragana, pasiva y de consumo, moviendo un dedo y alimentando los sistemas de inteligencia artificial”, afirmó Ávila.

EL APORTE DE LAS BÚSQUEDAS

Para acompañar el desarrollo tecnológico y generar una ciudadanía crítica que pueda comprender la instalación de estos fenómenos en nuestra vida cotidiana, la educación superior fue testigo de una serie de reflexiones en torno al vínculo de la inteligencia artificial con la filosofía y la política.

Invitado por la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), el cientista de datos y economista norteamericano Seth Stephens Davidowitz visitó nuestro país recientemente para brindar una serie de charlas en la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y el XIII Congreso en Economía y Gestión ECON 2019.  Sus exposiciones buscaron acercar este reciente campo de estudio a docentes e investigadores de las universidades públicas argentinas.

El economista, que también obtuvo un máster en Filosofía en la Universidad de Stanford, se dedica al análisis crítico de datos. Tras su paso por Google, donde hizo aportes en el desarrollo de Google Trends, se abocó al estudio de la conducta de los usuarios de Google y sus búsquedas, que fueron volcadas en Todo el mundo miente, libro que plantea que, en privado, la gente es mucho más sincera que en sus manifestaciones públicas.

Pero las búsquedas de los usuarios quedan en un registro que las vuelve públicas -en el mejor de los casos, anónimas-, visibles y tentadoras para todo aquel que sepa cómo verlas y para qué usarlas. En efecto, a través de búsquedas de Google se obtienen nuevos conocimientos que permiten medir socialmente cuestiones como el racismo, el aborto, el abuso infantil, la preferencia sexual, la ansiedad, entre muchos otros temas.

En este sentido, Davidowitz explicó que, al combinar encuestas tradicionales con datos de los usuarios en internet, se pueden realizar importantes predicciones sobre el comportamiento humano. Bajo la premisa de que “todos mienten”, el especialista norteamericano sostiene que las personas no suelen ser honestas sobre sus pensamientos y sus acciones, pero en la intimidad de su hogar, computadora en mano, suelen realizar búsquedas que permiten ubicar a Google como una fuente de esa información. Internet se torna así en una herramienta más transparente que las respuestas que se dan en encuestas o grupos focales.

“Hemos detectado, luego de las investigaciones, que la gente suele mentir en la mayoría de sus interacciones pero que, por algún motivo, tiende a ser muy honesta con Google. Tal vez esto tiene que ver con que las personas se sienten cómodas y buscan lo que realmente les interesa, desean y piensan”, explicó el especialista.

Otro punto sobre el que profundizó Davidowitz giró en torno a cómo la sociedad puede apropiarse de estos datos de forma positiva, corriéndose del uso que realizan las corporaciones, para hacer importantes aportes al bien común. Al respecto, puso como ejemplo el tema de la salud y se refirió a una investigación en desarrollo vinculada al cáncer de páncreas, en la que se hizo una pesquisa de las búsquedas en Google de pacientes que sufrían esta enfermedad. Una vez establecidos estos patrones de búsqueda, se sintetizó la información para saber qué síntomas buscaban. Esta información usada correctamente “puede ser sumamente importante para realizar diagnósticos prematuros”, dijo.

Pero también expresó que existe un gran debate y un enorme desafío aún sobre este tema, y enfatizó en que debe crearse todo un aparato de legislaciones claras e instancias gubernamentales que se encarguen de dirigir y controlar el uso de los datos.

“La gente suele mentir en la mayoría de sus interacciones, pero, por algún motivo, tiende a ser muy honesta con Google. Tal vez esto tiene que ver con que las personas se sienten cómodas y buscan lo que realmente les interesa, desean y piensan”. Seth Stephens Davidowitz.

TECNOLOGÍA Y PODER

“La tecnología es política y la tecnología no está aislada de esta disputa por el poder”. Con esta frase, Renata Ávila ilustra de manera taxativa el rol de la tecnología en las sociedades actuales.  Tal como destacamos anteriormente, la especialista guatemalteca plantea también un desafío en relación a pensar el uso de la inteligencia artificial en el marco de una estrategia nacional superior que la contenga.

“No estamos desarrollando la tecnología que la gente necesita y no estamos dando las oportunidades que nuestros sectores necesitan para desarrollarse. Tenemos que desarrollar una estrategia de innovación social digital, una estrategia de inteligencia artificial nacional que debe incluir un capítulo sobre esto, con presupuesto, con medidas específicas y con modelos de cooperación”, expresó.

El trabajo de expertos en la materia, como es el caso de las reflexiones de Ávila o Davidowitz, puede leerse en una clave interesante de cara al futuro: la tecnología tiene el potencial de mejorar la vida de todos los habitantes de la tierra, pero debemos buscar la forma de que esta premisa no quede solo en buenas intenciones o, peor aún, se limite a reproducir las desigualdades históricas y preexistentes.

Este es, sin duda, uno de los retos más importantes del presente, y la universidad puede contribuir a comprender los alcances de los avances tecnológicos y realizar la tarea de resignificarlos con el objetivo de lograr que se conviertan en mecanismos de inclusión y no de exclusión, en herramientas que brinden más oportunidades en lugar de generar selección y más desigualdad.

Fuente: Nota publicada en perfil.com

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Makers

10 tips para tener una buena postura corporal en la virtualidad

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*Por Cristina Cocconi

En tiempos donde el trabajo remoto se ha extendido y comienza a ser cada día más común, debemos tener en cuenta cómo cuidamos el cuerpo para evitar consecuencias físicas que después vamos a lamentar y que vienen asociadas a las malas posturas y al sedentarismo.

Si bien el poder trasladar nuestra rutina laboral -a los hogares, a los bares o inclusive hacia otros ámbitos, como espacios más abiertos o hasta al aire libre,- tiene muchos aspectos positivos que no viene a cuento a los fines de esta columna, estas nuevas costumbres pueden afectar a nuestro físico y, en consecuencia, a nuestra salud.

Foto de EKATERINA BOLOVTSOVA en Pexels

Por eso, es importante tenerlo en cuenta y tomar cartas en el asunto para llevar a un mejor puerto la adaptación a los nuevos formatos y vínculos que venimos atravesando tanto entre jefes y empleados, o empresas y clientes, como para hacer compras o entretenernos.

En esta dirección, a continuación les comparto 10 consejos rápidos y tips que recomiendo tener presente al manipular dispositivos electrónicos como computadoras, Tablet o celulares, y al administrar la virtualidad de nuestro tiempo laboral y de disfrute:   

  • 1- Si tu trabajo te lleva a permanecer mucho tiempo sentado, trata de que la silla que usas se a la adecuada, lo ideal es que tenga un buen respaldo y la altura debe dejar que tus piernas queden en un ángulo de 90 grados.
  • 2- No te sientes nunca en el borde de la silla,
  • 3- Podes colocar un rollito de toalla por encima de las lumbares para apoyarte en él,
  • 4- Acercá la silla para evitar encorvarte hacia adelante,
  • 5- No acerques tu cara a la pantalla, sacando así la cabeza del eje del cuerpo,
  • 6- Si podes, cada una hora levantate y camina aunque sea unos pocos pasitos,
  • 7- Sumá movimientos de hombro y cuello. Estirá básicamente tu espalda,
  • 8- Si debes movilizar peso, cuidado al tomar y trasladar. Cuando levantás algo del suelo hacelo siempre con las dos manos y cerca del cuerpo y, por supuesto, flexiona las rodillas, al agacharte y mantené la columna recta
  • 9- En la medida que sea posible usá calzado cómodo evitando los tacos altos,
  • 10- Cuidá el sobrepeso y el stress. Hacé deporte, practicá la actividad que más te guste y meditá.

En definitiva, de lo que se trata es de que logremos acompañar de la mejor manera con nuestro cuerpo los distintos procesos de transformación cultural que vamos atravesando. Es común que asimilemos los cambios y nos mentalicemos, aunque tampoco es fácil, pero por lo general nos acostumbramos a pensar que el físico debe responder de manera automática como corriendo una carrera desde atrás.

Es decir, solemos pensar que el cuerpo se adapta y acomoda, pero no siempre es tan sencillo. Para lograr vivir de manera saludable nuestras vidas es oportuno y necesario que podamos alinear mente y cuerpo a nuestras obligaciones y propósitos.

En definitiva, de lo que se trata es de que logremos acompañar de la mejor manera con nuestro cuerpo los distintos procesos de transformación cultural que vamos atravesando. Es común que asimilemos los cambios y nos mentalicemos, aunque tampoco es fácil, pero por lo general nos acostumbramos a pensar que el físico debe responder de manera automática como corriendo una carrera desde atrás.

Así como los cuerpos incorporan el ritmo de la música para bailar, buscando la forma de sintonizar los movimientos con cada tono o pausa, del mismo modo lo corporal debe moverse al pulso de las transformaciones sociales.

En síntesis, si enfrentamos un nuevo ordenamiento de nuestras tareas en tiempos y espacios, debemos alinear también nuestro comportamiento corporal a ellas.

Como suele decirse, el cuerpo es nuestro único envase y no tenemos otro para reemplazarlo. Aprovechemos las ventajas que nos da la tecnología para acortar distancias y hacernos mucho más accesibles un sinnúmero de cosas, pero acoplemos nuestro cuerpo, y preservémoslo, no como obstáculo sino como vehículo de la innovación.

* Cristina Cocconi. Profesora de Educación Física (UNLP). Profesora de Yoga Terapéutico. Yoga Kriya. Instructora de pilates RSC/RMP. Columnista del programa @encasasaludok. Instagram: cristinacocconiestudio.

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Comunidad

Los efectos negativos de la tecnología en el desarrollo del lenguaje y la comunicación

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A través de la campaña “+Fonos, +Salud”, y ante la baja la cantidad de fonoaudiólogos en el país  y el incremento de las consultas, el Servicio de Fonoaudiología del Hospital Universitario Austral, la Asociación Argentina de Logopedia, Foniatría y Audiología (ASALFA), la Federación Argentina de Colegios y Asociaciones de Fonoaudiólogos (FACAF), la Asociación de Fonoaudiólogos de la Ciudad de Buenos Aires (AFOCABA), la Regional de San Isidro del Colegio de Fonoaudiólogos de la Prov. de Buenos Aires (COFOBA) y la Asociación de Foniatría, Audiología y Logopedia Platense (AFALP), se unieron para crear conciencia sobre la importancia de la fonoaudiología y sumar estudiantes a esta carrera que está disponible en 13 universidades de todo el país.

Por Campaña +Fonos, +Salud*

La comunicación y el lenguaje son habilidades que se construyen del interjuego entre la biología y el ambiente. Para aprender a comunicarse es necesario que el cerebro del niño cuente con una serie de condiciones como para hacerlo, pero a la vez necesita del estímulo del ambiente para desplegar esas habilidades. La historia cuenta la vida del niño de Aveyrón quién fue encontrado a fines del siglo XVIII viviendo solo en un bosque francés. Ese chico fue llevado a una institución para que viviese en compañía de personas, el objetivo entonces fue educarlo y ayudarlo a que pudiese hablar. Víctor, que así era su nombre, pudo aprender algunas palabras aisladas para comunicarse pero nunca adquirió lenguaje estructurado y fluido. Muy probablemente, esto se deba a que en sus primeros años de vida, estuvo sólo, sin estímulos verbales, en un momento que es crítico para el desarrollo de las habilidades comunicativas.

El cerebro, tiene un tiempo limitado en su evolución para aprender el lenguaje de modo fluido. Podemos aprender palabras nuevas durante toda nuestra vida, pero no podemos aprender a armar frases o a pronunciar bien de manera indefinida en el tiempo porque el cerebro tiene períodos específicos para eso que se extienden hasta los 6 o 7 años.

El proceso de adquisición del lenguaje se inicia en el nacimiento, y se completa  alrededor de los 6 años, distinguiendo tres etapas claras: 1) la primera es cuando los niños  aprenden a comunicarse, sin palabras, pero transmitiendo intenciones, en esa etapa aprenden a mirar, a señalar a rechazar y a hacerse entender; 2) alrededor de los 2 años  aprenden a hablar con algunas palabras aisladas y frases defectuosas en su construcción y 3) finalmente aprenden a hablar bien, que es cuando logran ampliar la longitud de las frases, incorporan mucho vocabulario y pueden progresivamente pronunciar mejor las palabras. Todo este recorrido está determinado biológicamente, pero para que esto se cumpla, es necesaria la participación del adulto. Para que un niño hable, hay que hablarle.

En los últimos años , con la falta de tiempo, con los cambios tecnológicos, parte de ese “estimulo ambiental” ha sido reemplazado por el uso de dispositivos electrónicos. El utilizar este recurso como medio casi exclusivo de estimulación, hace que los nenes pierdan multiplicidad de oportunidades de comunicación interpersonal y de manera concomitante no desarrollen habilidades nodales para el desarrollo posterior. Durante el aislamiento preventivo vivido durante la pandemia, muchos chicos tuvieron como único medio de estimulación el uso de dispositivos electrónicos. Dejaron de estar en contacto con pares, dejaron de ir a la plaza, de visitar familiares y sus padres muchas veces tampoco podían disponer del suficiente tiempo para jugar o establecer momentos de comunicación por el agobio que supuso trabajar desde el hogar con horarios interminables y  llevar adelante las labores hogareñas.

Graciela alicante, presidente de la regional san isidro del colegio de fonaudiologos de la provincia de buenos aires sobre la campaña en radio salud

Los efectos de esa situación ya están a la vista en la consulta fonoaudiológica habitual, ya en los últimos 10 años, se advertía un crecimiento exponencial de consultas por problemas de comunicación y lenguaje, y en el último año la situación ha empeorado.

Estudios previos al aislamiento, avalan los efectos dañinos que produce el reemplazo de las relaciones interpersonales en el desarrollo de los niños por causa de la tecnología. El neurocientífico francés Michel Desmurget ( 2020 ), menciona que en su país, las consultas por esta razón en el período 2010 a 2018 se incrementaron de 11.000 a 24.000 casos. El mismo , ha escrito un libro llamado “La fabrica de cretinos digitales” en donde destaca los efectos nocivos de la tecnología en la infancia en relación con la comunicación y el lenguaje, la atención, el aprendizaje, la conducta y el sueño.

De modo inverso al incremento de las dificultades en la comunicación, decrece la cantidad de profesionales preparados de atenderlos. La tasa de estudiantes de la carrera de Fonoaudiología baja sistemáticamente y la cantidad de egresados hoy es aproximadamente 5 veces menor que en la década de los 90’”.

Dimitri Christakis, investigador de la Universidad de Washington (2009), realizó un estudio en el que grabó a niños de 2 a 48 meses y observó que cuando no estaba la televisión prendida, esos niños escuchaban de su entorno 925 palabras por hora, mientras que cuando la televisión estaba encendida escuchaban sólo 155, es decir que el estímulo se reducía un 85%. Al escuchar menos, también vocalizaban menos.

Desmurget (2020) menciona que un bebé de 18 meses que esté expuesto a pantallas media hora al día tiene un riesgo 2,5 mayor de desarrollar retraso en el lenguaje.

El investigador Bilton (2014), analizó el tiempo de exposición a pantallas en niños de distintas edades y observó que los nenes de hasta 2 años pasan alrededor del 10% de vigilia pendiente de ellas, de 2 a 4 años, el 25% del tiempo de vigilia, de 8 a 12 años el 33% y de 12 en adelante el 40% del tiempo que están despiertos están en contacto con una pantalla.

La Organización Mundial de la Salud (2018), prohibió el uso de dispositivos electrónicos a menores de 5 años a causa de los efectos adversos que ocasionan en el cerebro en desarrollo y sugiere el uso administrado en niños mayores de esa edad, porque se termina afectando la atención, la conducta y la comunicación, pero también se afecta la salud física con el incremento de la obesidad y sus derivados (diabetes, hipertensión arterial, etc.)

De modo inverso al incremento de las dificultades en la comunicación, decrece la cantidad de profesionales preparados de atenderlos. La tasa de estudiantes de la carrera de Fonoaudiología baja sistemáticamente y la cantidad de egresados hoy es aproximadamente 5 veces menor que en la década de los 90’.

Listado de universidades donde estudiar

Quienes trabajamos en la parte clínica, vemos día a día como las familias peregrinan buscando atención para sus hijos con dificultades en el lenguaje. Esto se expresa tanto en la salud pública como en la privada. Según datos provistos por la Lic. Graciela Gaillard, Fonoaudióloga de Planta del Hospital de Niños Pedro de Elizalde, la lista de espera para acceder a tratamiento en ese hospital es de aproximadamente de 3 años, desde 2018 no es posible ingresar pacientes nuevos a tratamiento.

Según datos mencionados por la Dra. Alicia Maiocchi, fonoaudióloga de planta permanente del hospital, en un relevamiento realizado en el período 2020-2021, sobre 869 pacientes evaluados, todos necesitados de realizar terapia de lenguaje, solo 235 habían conseguido tratamiento en sitios cercanos a sus domicilios.

La misma situación se replica en centros privados en los que hay muchos fonoaudiólogos en horarios muy amplios de atención, pero aún así la mano de obra parece no alcanzar nunca, especialmente luego de la pandemia.

* Servicio de Fonoaudiología del Hospital Universitario Austral, Asociación Argentina de Logopedia, Foniatría y Audiología (ASALFA), Federación Argentina de Colegios y Asociaciones de Fonoaudiólogos (FACAF), Asociación de Fonoaudiólogos de la Ciudad de Buenos Aires (AFOCABA), la Regional de San Isidro del Colegio de Fonoaudiólogos de la Prov. de Buenos Aires (COFOBA) y la Asociación de Foniatría, Audiología y Logopedia Platense (AFALP).

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