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“Estás muteado, ya no te quiero”

Entre sus novedades, La Crujía presentó “Vidas mediáticas: entre lo masivo y lo individual”, libro escrito por el doctor en Ciencias Sociales (UBA), José Luis Fernández. A través de la nueva publicación, el auto reflexiona acerca los cambios introducidos por las tecnologías en la vida cotidiana y sobre cómo abordar la complejidad de la virtualidad.
El COVID-19 modificó nuestras prácticas digitales adquiriendo nuevos hábitos, se ha escuchado decir a algunos especialistas durante el último tiempo. Sin dudas, algo se transformó, pero para otros en lugar de modificar lo
que hacíamos, la pandemia aceleró un proceso que ya venía sucediéndose. En este contexto, por ejemplo,
dispositivos digitales y plataformas para el intercambio afectivo, comercial y laboral ya son
parte de nuestra vida cotidiana.
En este sentido, el doctor en Ciencias Sociales (UBA), José Luis Fernández, avanzó en el estudio de algunas herramientas para abordar la complejidad de la virtualidad. “Lo central es comprender que las diversas mediatizaciones, plataformas, aplicaciones y redes, y sus relaciones con los resistentes medios masivos, son contextos de nuestra vida social, del mismo modo en que lo son el hogar, el bar y la oficina donde trabajamos”, anticipa sobre su nueva obra.
A través de su libro, recientemente publicado por La Crujía “Vidas mediáticas: entre los masivo y lo
individual”, destaca en una entrevista publicada por perfil.com: “buena parte de la actividad afectiva, profesional, comercial y financiera ya se realizaba en plataformas y aplicaciones. Las principales transformaciones a partir de la pandemia se presentaron en lo que eran intercambios grupales que se realizaban cara a cara: las reuniones familiares y de amigos, las actividades educativas en aulas, y los viajes y encuentros académicos y por negocios. Lo
que ocurrió y generó un fuerte efecto de dramatismo y pérdida, es que se trataba de actividades, cotidianas o periódicas, que incluían fuertes componentes de afectividad”.
Consultado sobre su mirada respecto a la incidencia de la vida social en la web, el también profesor universitario de la UBA, sostiene: “Lo más sorprendente ha sido la añoranza por la presencialidad de los sectores juveniles, que no estaban definitivamente conectados, como se temía, y el que muchos adultos mayores aceptaron su confinamiento porque encontraron desafíos y entretenimientos en diversas
plataformas”
Vale destacar que en relación a los objetivos de la publicación, Fernández manifiesta que se propuso llamar la
atención sobre la complejidad presente, aun de las mediatizaciones que se consideran más
sencillas. Una conversación por una plataforma tipo Zoom, Skype o Meet, pone en juego
complejas interacciones en las que intervienen dispositivos técnicos (¿te muteás o no?),
sofisticaciones genérico-estilísticas (las relaciones entre ironía y argumentación, por
ejemplo) y usos muy diversos (mientras organizo una clase trato de resultarle simpático a
algún integrante).

En lo educativo, si bien se insiste en la relación entre desconexión y niveles
socioeconómicos bajos, la experiencia muestra que las dificultades para aprender en lo no
presencial no se reducen a los problemas de conexión, sino a los diferentes modos de
procesamiento de lo didáctico, tanto entre los docentes como entre los alumnos.
El principal desafío -entonces- “es comprender que las diversas mediatizaciones, plataformas, aplicaciones y
redes, y sus relaciones con los resistentes medios masivos, son contextos de nuestra vida
social, del mismo modo en que lo son el hogar, el bar, la oficina donde trabajamos, las
instituciones educativas, los clubes o las sucursales bancarias. Si elimináramos esos
contextos no habría vida social y cultural, aunque no sólo con los contextos alcanza: hay
que comprender cada intercambio dentro de ellos”, analiza.
Comunidad
Mirar con otros ojos

ONE, de María Mariño es una de las novedades de La luminosa editorial. Un libro de imágenes urbanas que atrapa sueños a través de la fotografía.
La luminosa editorial presentó como novedad ONE, el libro de fotografías de María Mariño. Sobre la nueva publicación, la autora -que confiesa ser fotógrafa por la “la belleza de ver lo extraordinario en la vida cotidiana, del misterio de la gente, de estar solos en este mundo superpoblado y de callar mi mente por un rato”, manifiesta por qué se detuvo o se “frenó” -tal como ella misma define el momento previo a prender su cámara- para hacer fotos en la calle.
“De a poco fui aprendiendo a mirar, a tomarme mi tiempo ante cada situación, a anticipar la foto que puede resultar y a disfrutar del momento. Me atrapa una cierta luz, un lugar especial o un personaje en particular”, expresa Mariño sobre el libro que contiene imágenes de distintas ciudades por donde viajó y de la expresiva Buenos Aires.

Otros de las cualidades que vuelve más atractivo el recorrido propuesto por ONE es el recorte de la realidad que propone. Lugares, luces y sombras, espacios completos e incompletos que invitan al lector a situarse por un momento en esos lugares y a imaginar que puede haber ocurrido un instante antes o un momento después.
“Quizá lo que me atrae es que el tiempo -o tal vez mi cabeza- se frena. O que hacer fotos me da una calma y una paciencia que no tengo en otros momentos. Quizá sea porque me permite salir de la realidad y crear mi propio mundo, un mundo de fantasía, un sueño. O tal vez porque me gusta observar a la gente y predecir lo que van a hacer, imaginar sus vidas y las mil vidas posibles que todos tenemos”, señala.

Personas que caminan, siluetas que se funden con grafitis, el fondo que se vuelve figura y las figuras que se vuelven fondo. Quizás este sea también uno de los atractivos de esta obra y es el de la apelación o interpelación a la mirada activa de quien abre sus páginas. “¿Quiénes son esas personas? ¿Cuáles son sus historias? , no importa la cuestión es contar en imágenes eso que se está viendo. Ese misterio, el de la gente que comparte nuestro tiempo y espacio pero que no sabemos quienes somos.
“Tengo la sensación de que no importa cuán rodeados de gente nos encontremos, siempre estamos solos, lo cual lejos de resultarme triste, creo que es lo que nos hace únicos e interesantes”, dice Marino.

“Siento que hoy mis ojos son otros. Que miro y reconozco la luz de otra manera. Y que, al igual que en la vida, soy la misma… pero no”, concluye. La invitación está hecha. Y bien vale la pena.
Sobre la autora:
María Mariño Nació en Buenos Aires en 1975. Inició sus estudios de fotografía analógica en el año 2000 con Inés Tanoira. Entre 2001 y 2009 se perfeccionó en distintas áreas con los fotógrafos Eduardo Gil, Cruz Mendizábal, Santiago Carrera y Diego Ortíz Mugica. En 2010 asistió a un Workshop con Bruce Barnbaum en Bariloche. En 2015 y 2016 asistió al taller “Programa Turma” de Julieta Escardó y a un “One Night Walk” con Ezo Zollo en Londres. En 2017 asistió en NY a Workshop dictado por Gus Powell y Charalampos Kydonakis, miembros del colectivo fotográfico “In Public” y a un “One Day Photo Walk” en Londres con David Gibson, también miembro de dicho colectivo fotográfico. Participó en varias exposiciones como la de los premios 2012 y “Dialogos” en 2013 en el Museo en los Cerros (MEC) de Jujuy, “Denominador Común” en el Centro Cultural.
Borges en 2013, Premios Estimulo Ayerza de 2013 y 2015 en los Museos de Bellas Artes y Sívori y en las ediciones de BA Photo 2018 y 2019. Ganó varios premios incluyendo el primer premio del Concurso American Express de BA Photo 2010, semifinalista en ese mismo concurso 2011, mención en el Concurso del MEC 2012, finalista de la 5ta edición del Julia Margaret Cameron Award 2013 en las categorías fine art y paisaje, finalista en los Concursos Estimulo Francisco Ayerza 2013 y 2015, finalista en el “Street Photography Awards” de Lensculture de 2019 y mención de honor en el Minimalist Awards 2020 dentro de la categoría ¨street¨.
Comunidad
Nueva carrera para estudiar escritura de guiones audiovisuales

La Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), a través del Instituto de Formación Profesional y Capacitación, agregó la Tecnicatura en Guion Audiovisual a su oferta académica de cara al ciclo lectivo 2022.
La Universidad pública, extendida a través de todo el territorio nacional, sigue ampliando sus propuestas formativas. En este caso, la nueva carrera de la casa de altos estudios bonaerense busca formar profesionales con el conocimiento para elaborar e implementar proyectos de escritura de guiones acorde con las necesidades de diferentes medios de comunicación audiovisual.
El coordinador de la carrera, Jorge Maestro, destacó que “desde el minuto uno las y los alumnos contarán con las herramientas necesarias, tanto teóricas como prácticas para que su profesión de guionista sea de excelencia y redituable. La tarea es artística y recorrerán un sendero profesional hacia la creatividad”.

De esta manera, la Tecnicatura en Guion Audiovisual, que cuenta con 24 materias en su plan de estudio, aportará graduadas y graduados formados para redactar contenidos de ficción y no ficción para el cine, la televisión, las plataformas Over the top (OTT), la industria publicitaria y todos aquellos medios que requieran de la escritura para construir contenido audiovisual.
Asimismo, el Instituto de Formación Profesional y Capacitación posee otras cinco tecnicaturas ofertadas a la comunidad tales como Periodismo Deportivo Integral, Artes Escénicas, Animación y Arte Digital, Artes Audiovisuales y Locutor Nacional.
Las inscripciones para todas sus carreras comienzan el lunes 14 de febrero a las 10 hs. y quienes deseen obtener más información pueden enviar un correo electrónico a formacionprofesional@unlam.edu.ar, o bien escribir un mensaje privado al Instagram: @formacionprofesionalunlam.
La Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), a través del Instituto de Formación Profesional y Capacitación, agregó la Tecnicatura en Guion Audiovisual a su oferta académica de cara al ciclo lectivo 2022.
Se trata de una carrera de nivel terciario que busca formar profesionales con el conocimiento más exigente y actualizado para elaborar e implementar proyectos de escritura de guiones acorde con las necesidades de diferentes medios de comunicación audiovisual.
El coordinador de la carrera, Jorge Maestro, destacó que “desde el minuto uno las y los alumnos contarán con las herramientas necesarias, tanto teóricas como prácticas para que su profesión de guionista sea de excelencia y redituable. La tarea es artística y recorrerán un sendero profesional hacia la creatividad”.
De esta manera, la Tecnicatura en Guion Audiovisual, que cuenta con 24 materias en su plan de estudio, aportará graduadas y graduados formados para redactar contenidos de ficción y no ficción para el cine, la televisión, las plataformas Over the top (OTT), la industria publicitaria y todos aquellos medios que requieran de la escritura para construir contenido audiovisual.
Asimismo, el Instituto de Formación Profesional y Capacitación posee otras cinco tecnicaturas ofertadas a la comunidad tales como Periodismo Deportivo Integral, Artes Escénicas, Animación y Arte Digital, Artes Audiovisuales y Locutor Nacional.
Las inscripciones para todas sus carreras comienzan el lunes 14 de febrero a las 10 hs. y quienes deseen obtener más información pueden enviar un correo electrónico a formacionprofesional@unlam.edu.ar, o bien escribir un mensaje privado al Instagram: @formacionprofesionalunlam.
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El poder de los datos

En tiempos de Big Data, el análisis de la información se ha transformado en una de las herramientas fundamentales para la toma de decisiones, tanto en ámbitos públicos como privados. En ese contexto, donde el poder transformador de la inteligencia artificial puede convertirse en usina de oportunidades o amenaza de exclusión, la educación cumple un rol fundamental a la hora de resignificar los nuevos desarrollos digitales y determinar cómo interactuamos frente ellos. Hoy, más que nunca, la tecnología está disponible, pero el gran desafío es cómo y para qué vamos a utilizarla.
La tecnología continúa avanzando y cada vez se pueden observar con más claridad los alcances de las transformaciones que provoca en los hábitos culturales y sociales de las personas, tanto en lo que respecta a los modos de acceder a la información y a las industrias culturales como a las formas de intercambios comerciales y de servicios.
En ese contexto, donde la innovación no se detiene, cada una de nuestras acciones alimenta una gran memoria digital que utiliza esa información para anticipar nuevas conductas. El Big Data -o macrodatos- es un término que hace referencia a una cantidad de información tal que supera la capacidad del software convencional para ser capturada, administrada y procesada en un tiempo razonable.
Esta información crece constantemente. Según las estimaciones que pueden encontrarse en la red el límite superior de procesamiento ha ido creciendo a lo largo de los años. Se estima que el mundo almacenó unos 5 zettabytes (1000 millones de terabytes) en 2014, la mitad de todo el “peso” de internet para estos días que ya supera los 10 zettabyte (la dimensión de este volumen si se pone esta información en libros, convirtiendo las imágenes a su equivalente en letras, se podría hacer 4500 pilas de libros que lleguen hasta el sol).
Esa es la energía de la que se alimenta la inteligencia artificial, que se ha convertido en la gran protagonista de la revolución digital dada su capacidad para replicar las cualidades de la inteligencia humana.
Indudablemente, la AI, así conocida por sus siglas en inglés (artificial intelligence), desempeña un papel esencial en nuestra vida cotidiana y tiene un enorme potencial para nuestra sociedad. Sin embargo, su poder transformador trae consigo desafíos importantes, que van desde la generación de nuevas oportunidades en el acceso a la información y mejoras en los procesos de toma de decisiones hasta el riesgo de reproducir desigualdades o exclusiones en las búsquedas de empleo.
Así, la inteligencia artificial es una herramienta que puede resultar sumamente provechosa para solucionar diferentes problemáticas sociales y avanzar en saldar viejas y nuevas demandas, pero al mismo tiempo puede constituirse en una gran amenaza. Hoy, la tecnología está disponible, pero el gran desafío es cómo y para qué vamos a utilizarla.

TECNOLOGÍAS PARA LA IGUALDAD
La reflexión sobre los fines de la tecnología se encuentra cada vez más presente como tema de debate en el ámbito académico. Semanas atrás, la Fundación Foro del Sur organizó la charla “Mujeres en la economía digital” en el marco de “Las Argentinas Trabajamos”, iniciativa de la que participó Renata Ávila, abogada guatemalteca especializada en la intersección de los derechos humanos con la tecnología.
“Nuestro desafío es cómo superamos la desigualdad en la era de los algoritmos”, profundizó Ávila al ser consultada por el suplemento Educación con motivo de su visita al país. Claro, es que suele decirse que la tecnología es el gran igualador de género porque es neutral. ¿Pero es esto cierto? La incorporación de la tecnología a los procesos productivos trae evidentes consecuencias en los trabajadores en general, ¿pero impacta de igual manera en las mujeres? ¿Qué les espera a las trabajadoras en la era del Big Data y los algoritmos?
“Hay un montón de mecanismos de decisión automatizados, diseñados por gente, pero que actúan independiente de los humanos. Entonces, en lugar de tener personas leyendo curriculum se tiene un sistema que busca por ellos, ahorrando tiempo y dinero, con parámetros que pueden ser, por ejemplo, ‘hombres o mujeres que no tengan hijos’, porque no quiero que falten al trabajo. Eso es ilegal (…). Ya desde la oferta laboral se pueden tener sesgos, podemos pedir a la empresa de sistemas, por ejemplo, que no le muestre nuestros avisos laborales a mujeres ‘pañuelos verdes’. Pero esto se puede dar vuelta. Queremos que la tecnología vuelva a ser nuestra, para defender los avances sociales que tuvimos”, advirtió la especialista.
Esta idea de apropiación de la tecnología es, sin duda, uno de los grandes desafíos de la educación hoy. Cómo entender el comportamiento humano a través de los datos y cómo usar esos datos de una manera positiva para la sociedad, son parte de las reflexiones que demanda la actualidad.
“Esa es la nueva formación digital que deben tener los chicos y las chicas, no dejemos que los eduquen los gigantes tecnológicos sobre cómo debe ser su percepción de la tecnología. Eso no es suficiente.
La tecnología continúa avanzando y cada vez se pueden observar con más claridad los alcances de las transformaciones que provoca en los hábitos culturales y sociales de las personas, tanto en lo que respecta a los modos de acceder a la información y a las industrias culturales como a las formas de intercambios comerciales y de servicios.
En ese contexto, donde la innovación no se detiene, cada una de nuestras acciones alimenta una gran memoria digital que utiliza esa información para anticipar nuevas conductas. El Big Data -o macrodatos- es un término que hace referencia a una cantidad de información tal que supera la capacidad del software convencional para ser capturada, administrada y procesada en un tiempo razonable.
Esta información crece constantemente. Según las estimaciones que pueden encontrarse en la red el límite superior de procesamiento ha ido creciendo a lo largo de los años. Se estima que el mundo almacenó unos 5 zettabytes (1000 millones de terabytes) en 2014, la mitad de todo el “peso” de internet para estos días que ya supera los 10 zettabyte (la dimensión de este volumen si se pone esta información en libros, convirtiendo las imágenes a su equivalente en letras, se podría hacer 4500 pilas de libros que lleguen hasta el sol). Esa es la energía de la que se alimenta la inteligencia artificial, que se ha convertido en la gran protagonista de la revolución digital dada su capacidad para replicar las cualidades de la inteligencia humana.
Indudablemente, la AI, así conocida por sus siglas en inglés (artificial intelligence), desempeña un papel esencial en nuestra vida cotidiana y tiene un enorme potencial para nuestra sociedad. Sin embargo, su poder transformador trae consigo desafíos importantes, que van desde la generación de nuevas oportunidades en el acceso a la información y mejoras en los procesos de toma de decisiones hasta el riesgo de reproducir desigualdades o exclusiones en las búsquedas de empleo.
Así, la inteligencia artificial es una herramienta que puede resultar sumamente provechosa para solucionar diferentes problemáticas sociales y avanzar en saldar viejas y nuevas demandas, pero al mismo tiempo puede constituirse en una gran amenaza. Hoy, la tecnología está disponible, pero el gran desafío es cómo y para qué vamos a utilizarla.
“Hemos pasado de una década intensa, la del 2000, donde éramos creadores de tecnología, de periodismo ciudadano y de Wikipedia, a ser una década haragana, pasiva y de consumo, moviendo un dedo y alimentando los sistemas de inteligencia artificial”, afirmó Ávila.
EL APORTE DE LAS BÚSQUEDAS
Para acompañar el desarrollo tecnológico y generar una ciudadanía crítica que pueda comprender la instalación de estos fenómenos en nuestra vida cotidiana, la educación superior fue testigo de una serie de reflexiones en torno al vínculo de la inteligencia artificial con la filosofía y la política.
Invitado por la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), el cientista de datos y economista norteamericano Seth Stephens Davidowitz visitó nuestro país recientemente para brindar una serie de charlas en la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y el XIII Congreso en Economía y Gestión ECON 2019. Sus exposiciones buscaron acercar este reciente campo de estudio a docentes e investigadores de las universidades públicas argentinas.
El economista, que también obtuvo un máster en Filosofía en la Universidad de Stanford, se dedica al análisis crítico de datos. Tras su paso por Google, donde hizo aportes en el desarrollo de Google Trends, se abocó al estudio de la conducta de los usuarios de Google y sus búsquedas, que fueron volcadas en Todo el mundo miente, libro que plantea que, en privado, la gente es mucho más sincera que en sus manifestaciones públicas.
Pero las búsquedas de los usuarios quedan en un registro que las vuelve públicas -en el mejor de los casos, anónimas-, visibles y tentadoras para todo aquel que sepa cómo verlas y para qué usarlas. En efecto, a través de búsquedas de Google se obtienen nuevos conocimientos que permiten medir socialmente cuestiones como el racismo, el aborto, el abuso infantil, la preferencia sexual, la ansiedad, entre muchos otros temas.
En este sentido, Davidowitz explicó que, al combinar encuestas tradicionales con datos de los usuarios en internet, se pueden realizar importantes predicciones sobre el comportamiento humano. Bajo la premisa de que “todos mienten”, el especialista norteamericano sostiene que las personas no suelen ser honestas sobre sus pensamientos y sus acciones, pero en la intimidad de su hogar, computadora en mano, suelen realizar búsquedas que permiten ubicar a Google como una fuente de esa información. Internet se torna así en una herramienta más transparente que las respuestas que se dan en encuestas o grupos focales.
“Hemos detectado, luego de las investigaciones, que la gente suele mentir en la mayoría de sus interacciones pero que, por algún motivo, tiende a ser muy honesta con Google. Tal vez esto tiene que ver con que las personas se sienten cómodas y buscan lo que realmente les interesa, desean y piensan”, explicó el especialista.
Otro punto sobre el que profundizó Davidowitz giró en torno a cómo la sociedad puede apropiarse de estos datos de forma positiva, corriéndose del uso que realizan las corporaciones, para hacer importantes aportes al bien común. Al respecto, puso como ejemplo el tema de la salud y se refirió a una investigación en desarrollo vinculada al cáncer de páncreas, en la que se hizo una pesquisa de las búsquedas en Google de pacientes que sufrían esta enfermedad. Una vez establecidos estos patrones de búsqueda, se sintetizó la información para saber qué síntomas buscaban. Esta información usada correctamente “puede ser sumamente importante para realizar diagnósticos prematuros”, dijo.
Pero también expresó que existe un gran debate y un enorme desafío aún sobre este tema, y enfatizó en que debe crearse todo un aparato de legislaciones claras e instancias gubernamentales que se encarguen de dirigir y controlar el uso de los datos.
“La gente suele mentir en la mayoría de sus interacciones, pero, por algún motivo, tiende a ser muy honesta con Google. Tal vez esto tiene que ver con que las personas se sienten cómodas y buscan lo que realmente les interesa, desean y piensan”. Seth Stephens Davidowitz.
TECNOLOGÍA Y PODER
“La tecnología es política y la tecnología no está aislada de esta disputa por el poder”. Con esta frase, Renata Ávila ilustra de manera taxativa el rol de la tecnología en las sociedades actuales. Tal como destacamos anteriormente, la especialista guatemalteca plantea también un desafío en relación a pensar el uso de la inteligencia artificial en el marco de una estrategia nacional superior que la contenga.
“No estamos desarrollando la tecnología que la gente necesita y no estamos dando las oportunidades que nuestros sectores necesitan para desarrollarse. Tenemos que desarrollar una estrategia de innovación social digital, una estrategia de inteligencia artificial nacional que debe incluir un capítulo sobre esto, con presupuesto, con medidas específicas y con modelos de cooperación”, expresó.
El trabajo de expertos en la materia, como es el caso de las reflexiones de Ávila o Davidowitz, puede leerse en una clave interesante de cara al futuro: la tecnología tiene el potencial de mejorar la vida de todos los habitantes de la tierra, pero debemos buscar la forma de que esta premisa no quede solo en buenas intenciones o, peor aún, se limite a reproducir las desigualdades históricas y preexistentes.
Este es, sin duda, uno de los retos más importantes del presente, y la universidad puede contribuir a comprender los alcances de los avances tecnológicos y realizar la tarea de resignificarlos con el objetivo de lograr que se conviertan en mecanismos de inclusión y no de exclusión, en herramientas que brinden más oportunidades en lugar de generar selección y más desigualdad.
Fuente: Nota publicada en perfil.com
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